Grace Kelly, Tippi Hedren, Ingrid Bergman, Eva Marie Saint... Rubias –aunque no todas–, elegantes, inteligentes y un tanto frías, así fueron las actrices fetiche del cineasta británico
Las rubias hacen mejor de víctimas. Son
como la nieve virgen que muestra las huellas de sangre". La frase de Alfred Hitchcock es bastante ilustrativa de sus dos grandes obsesiones: las rubias y el suspense.
Para completar una de las filmografías más redondas y grandes de la historia
del cine, el cineasta no necesitó mucho más que esos dos poderosísimos focos de
interés. Su cohorte de blondie girls investigaba crímenes sin
arrugar sus perfectos vestidos lady y sin que sus bolsos de piel
sufrieran ni un solo rasguño; emprendían persecuciones kafkianas sin que sus recogidos se inmutasen y apuntaban con
decisión su revólver sin quitarse sus impecables guantes de piel
Todas ellas cumplían unos requisitos
muy concretos: debían ser elegantes, clásicas, inteligentes, un tanto frías y,
por supuesto, lucir una melena platino. Tippi Hedren, Ingrid Bergman y Grace Kelly cumplían con precisión esos requisitos,
todas compartieron con él algunos de sus proyectos más conocidos y las tres,
sin excepción, se convirtieron en objeto de sus obsesiones parafílicas, aunque
no todas con la misma intensidad. Lo que con Bergman fue una exquisita
cordialidad, se tornó en devoción incondicional con Kelly y en acoso directo
con Hedren: cada una de ellas conoció una faceta distinta de la devoción de
Hitchcock.
Grace Kelly cumplía todos los requisitos para ser 'chica Hitchcock': era rubia, tenía una elegancia natural innata y su interpretación era tan impecable como aséptica.
Junto rodaron Crimen perfecto, Atrapa a un ladrón y La ventana indiscreta, probablemente la más legendaria de la tres.
Tippi Hedren fue la protagonista de una
de las películas más icónicas de Hitchcock, Los pájaros. La obsesión del
director con su rubia fetiche de turno alcanzó con Hedren cotas inimaginables y
el rodaje se convirtió en una auténtica tortura no sólo psicológica, por el
excesivo control que el cineasta ejercía sobre ella, sino incluso física:
muchas de las secuencias se rodaron con pájaros de verdad.. A pesar del rodaje
agotador volvió a repetir con H en Marnie la ladrona. El acoso de Hitchcock
durante el rodaje de Marnie, la ladrona se multiplicó hasta el infinito
y, cuando acabó, Hedren renunció a volver a trabajar con el director aún
sabiendo el coste que su decisión tendría: Hitchcock trataba de boicotear cada
proyecto que ofrecían a la actriz, que tuvo que trabajar duro para continuar
con su carrera
(continuara...)
Muy buen artículo, espero reseña sobre Kim Novac¡k, Janet Leight, y una de sus últimas rubias, de las que no recuerdo el nombre
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