Cuando Julio Cesar fue asesinado, cuentan que durante los Juegos
dados en su nombre apareció un cometa que brilló siete días. Desde entonces las
ciudades romanas instituyeron rendir culto a su figura y a la de los
emperadores de su dinastía. Colonia
Patricia Corduba , capital de la Baetica, una de las provincias más importantes
de la Hispania romana, le dedicó un
espacio propio. Una vasta plaza levantada en el siglo I sobre la que se alzó un
grandioso templo.
En su construcción se emplearon columnas y capiteles
corintios de mármol blanco, sillares de
piedra para sus muros y opus caementicium (hormigón) en una escalinata. El
espacio solemne a modo de foro estuvo rodeado por un pórtico con esculturas de
togas y una estatua ecuestre en bronce. Para esta operación urbanística se
aprovechó el declive natural del terreno, edificándose una gran terraza sobre
la que se elevó el edificio que sobresaldría de la muralla. El público,
concentrado en la plaza que rodeaba al templo, asistía a las ceremonias de
sacrificios de animales en un altar a cielo abierto. A pocos metros, también
podía acudirse al circo para disfrutar de carreras de cuadrigas.
A partir de los siglos III y IV este complejo fue
abandonándose para convertirse en cantera de materiales y caer en el olvido.
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