Elena Laverón es el premio María de Eza 2015, que
reconoce a la mujer ceutí del año. El jurado ha anunciado hoy la concesión del
galardón a la escultora ceutí en consideración a su trayectoria profesional y
por haber contribuido a fortalecer y hacer efectiva la presencia y
participación de las mujeres en los diferentes ámbitos de la sociedad, sobre
todo en el ámbito artístico y en especial en la escultura. El acto de entrega
del reconocimiento se celebrará el próximo 6 de marzo.
Laverón es la autora de la estatuilla de la que se hace entrega a los galardonados con el mismo premio que hoy le ha sido concedido. De sus manos también ha salido la alegoría escultórica que encarna el Premio Convivencia.
Según ha dejado consignado el jurado en su veredicto, Laverón “con su ejemplo, dedicación y esfuerzo, contribuye de manera decisiva en el avance hacia una sociedad más justa e igualitaria”.
Este galardón, que este año cumple su vigésima edición, se creó para distinguir, reforzar e incentivar la labor desarrollada por las mujeres ceutíes en el área educativa, sanitaria, cultural, social, deportiva, empresarial, artística, de investigación o cualquier otra. El premio se bautizó con el nombre de la que fuera gobernadora en la Plaza de Ceuta entre febrero de 1548 y julio de 1549.
Nacida en Ceuta en 1938, Laverón vive desde hace más
de 30 años en Málaga. Sus obras pueden contemplarse en el Museo Reina Sofía de
Madrid, el Guggenheim de Nueva York, la sede de la Unesco en París o el Crown
Pointe en Atlanta.
. Las principales referencias de la obra de Elena
Laverón se encuentran en la escultura contemporánea de la segunda mitad del
siglo pasado, aunque en rigor sus modelos proceden cuando menos de los ensayos
experimentales de Degas, de Rodin y de Camille Claudel, es decir, de toda la
escultura posterior al realismo. Pero a Elena Laverón, más que ese rasgo que
incide en lo efímero de las cosas, lo que le interesa de aquellos autores es el
carácter experimental de su obra, los nuevos temas y el aspecto blando en
ocasiones de las formas, autores que le permiten enlazar, a través de Maillol y
del clasicismo mediterraneísta, con la escultura de Matisse, sobre todo con sus
desnudos. Después, sus puntos de apoyo han sido Picasso, toda la obra de Henri Moore y muy
especialmente la producción entera de Barbara Hepworth, la gran escultora
británica de las formas perforadas.
Este organicismo es quizás el ideal estético más firme
y visible de la obra de Elena Laverón, un organicismo que ella también admira
en la arquitectura, en esa simbiosis e interpenetración entre arquitectura y
naturaleza que puede observarse en algunas obras de Frank Lloyd Wright. La
filiación formal y espiritual de la obra de la creadora ceutí es muy semejante a la de la escultora
británica, siendo una de las características más notables la monumentalidad, la
concepción de la obra como si estuviese destinada a convertirse en monumento
público. Esta última dimensión es muy importante en Laverón, siendo su más
reciente aportación en tal sentido, la gigantesca Figura en tres módulos que
hay a la entrada del campus universitario de Málaga, una obra de síntesis
asombrosa, de diseño limpio y purísimo. Elena Laverón es una de las más
destacadas escultoras españolas vivas. Su obra, de una serena intemporalidad,
de un clasicismo hedonista que hunde sus raíces en las Cícladas y en Grecia. (Diario Sur de Málaga, suplemento
cultural)
“Sus
esculturas… Tienen algo de primitivo, dioses y diosa de la fecundidad. Laverón
posee esa condición necesaria del escultor, sentido de la monumentalidad, sea
cual sea el formato de sus creaciones. Es lo primigenio, lo perteneciente al
hermetismo oscuro del ser humano, lo que en estas creaciones está aludido”
José
Hierro (Arte 1975)
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