Quizá Portero de noche no tenga esa fuerza desgarradora que destilaba en su
estreno, quizá el escándalo que la rodeó, a día de hoy parezca menos, quizá
falle en ciertas partes, como en los flashbacks, pero a nadie le puede caber
ninguna duda de que estamos ante historia del cine, un icono del siglo XX que
ha dejado huella, que ha creado una estética propia y que es casi imposible de
olvidar una vez vista.
Cuando se estrenó en 1974, El portero de noche levantó fuertes controversias. Esta historia de una pasión sadomasoquista ambientada en parte en un campo de concentración nazi, provocó protestas en varios frentes: unos lo hicieron por las escenas de sexo, muy explícitas para entonces; otros, criticando la ambigüedad ideológica en el tratamiento que hacía la directora Liliana Cavani del personaje de un oficial de las SS. El caso es que El portero de noche fue una de esas películas de los años setenta que no dejaron mudos a los más conservadores, siempre dispuestos a hacer que el mundo gire a su antojo. En este sentido, poco tiempo atrás, El último tango en París, de Bertolucci, se había llevado la palma del escándalo.
Ambientada en la Viena de 1957, nos cuenta la historia de un reencuentro. Una mujer judía, esposa de un director de orquesta, reconoce en el portero del hotel donde se aloja, a un antiguo general nazi que en el campo de concentración donde fue recluida durante la Segunda Guerra Mundial, la había utilizado como objeto sexual en una tortuosa relación sadomasoquista.
En palabras de Max:
"Cuando todo parecía perdido, sucede algo inesperado. Un fantasma de la memoria toma forma, ¿cómo librarse de él? su voz y su cuerpo forman parte de mí mismo"
El portero de noche fue clasificada X en varios países, entre ellos Reino Unido, Estados Unidos y Austria. En España estuvo prohibida durante más de dos años; cuando finalmente se estrenó a finales de 1976 se proyectó sin cortes. Para entonces, los españoles intrépidos ya la conocían por sus viajes a Biarritz o Perpiñán, donde se exhibían expresamente para este público las películas prohibidas en España. A pesar de ello, los cines españoles registraron la asistencia de más de dos millones de espectadores para ver la película.
En todos los lugares en que se estrenó la película, completa o censurada, obtuvo un extraordinario éxito de público. La censura italiana mostró un especial gracejo, por llamarlo de algún modo: no sólo la prohibieron en primera instancia por su presunta obscenidad, sino que, según confesaron textualmente los censores, porque siendo una película dirigida por una mujer, era intolerable que el personaje femenino tomara la iniciativa en alguna de las escenas eróticas, que son, por otra parte, quizá las más hermosas de todo el filme, cuando la pareja, acosada por sus perseguidores, se ve obligada a una reclusión mórbida.
Sería inconcebible esta película sin el talento de
sus protagonistas. La distinción y el refinamiento de Dirk Bogarde encajan
sorprendentemente con las turbulencias de su personaje y con la turbia belleza
de la espléndida Charlotte Rampling
en su mejor momento, una belleza electrizante que nos cautiva con su mirada
entre fría y distante, convertida por su papel sadomasoquista en un icono de
los años 70. Ambos habían coincidido cuatro años atrás en La caída de los
dioses, de Visconti, y ello animó a Liliana Cavani a encargarles los
personajes de El portero de noche, aunque para el papel de la mujer
había considerado previamente a Romy Schneider, Mia Farrow o Dominique Sanda.
Acertó con su elección final.
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