domingo, 15 de junio de 2014

JOHN WAYNE: FEO, FUERTE Y FORMAL.

Marion Robert Morrison, alias Duke, era un jugador de fútbol americano becado por la Universidad del Sur de California que llegó al cine por casualidad. | El director Raoul Walsh le convirtió en John Wayne y a los 39 años de la mano de su gran amigo, el célebre John Ford, inició la singladura cinematográfica que le convertiría en una de las estrellas más rentables y mejor pagadas de Hollywood. | Aquel hombre tranquilo, el vaquero más legendario del Far West, conquistaría el Oscar con el singular giro del rifle que le hizo famoso en 1969. Murió hace 35 años.


 Convertido ya en un auténtico cowboy, su gran amigo John Ford entra en escena. El director se halla al frente de La diligencia, los estudios quieren a Gary Cooper en el papel del protagonista, de  Ringo Kid. Pero el visionario cineasta tiene muy clara su selección y se arriesga. Wayne es un desconocido para el gran público pero su talento es innegable. La película, un auténtico éxito de perdurable recuerdo, se convierte en la pista de despegue del vaquero. En ese plató Ford tiene la genial idea de hacer del rifle un giratorio revólver adaptado a las gigantescas manos del actor. El simbólico gesto hará historia en los westerns.

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 A partir de La diligencia el Far West se rinde ante los encantos del vaquero de voz cautivadora, mirada penetrante y andares cadenciosos. Wayne personifica al estereotipo del hombretón llano, asequible y bondadoso y se convierte en un icono masculino, un auténtico símbolo de América. Convertido en estrella, en 1956 es el actor mejor pagado de Hollywood,  decide embarcarse en un arriesgado proyecto que casi le lleva a la ruina, El Álamo, epopeya que recoge los esfuerzos de Texas para independizarse de México.

Destaca su colaboración con John Ford la trilogía que hizo sobre la caballería americana: Fort Apache está inspirada en Custer y su misión suicida contra las tribus indias en Little Big Horn.  La legión invencible empieza con la noticia de la muerte de Custer y cuenta la última campaña del capitán Brittles en las mismas guerras indias.  Por último, Río Grande, ahonda en la temática desde un punto de vista más íntimo, centrándose en la tormentosa relación entre el coronel York  su mujer y su hijo, enrolado en su regimiento por sorpresa, a los que no ve desde hace quince años debido a un suceso durante la Guerra de Secesión. Años más tarde quizás retornando al mismo personaje en Misión de Audaces, interpreta a un coronel de la caballería yanqui  que se introduce en pleno Sur para sabotear una línea de comunicación férrea y en el transcurso de la película se enamora de una mujer confederada a la cual 
acaba de confiscar sus propiedades.


 Otra curiosidad en torno a sus personajes, es que interpreta  varias veces al mismo sheriff con igual guión pero diferentes compañeros en El Dorado, se  trata de la segunda entrega de una trilogía dirigida por Howard Hawks sobre la idea de un sheriff defendiéndose de los delincuentes de la ciudad. Las otras dos películas fueron Rio Bravo y Rio Lobo (1959) y (1979). Durante la película y en contraposición a que en Río Bravo había dos cantantes como Ricky Nelson y Dean Martin que entonaban una canción, en esta el personaje que interpreta James Caan recita un poema que le había enseñado un amigo jugador y borrachín.interpretado por Robert Mitchum Este poema se titula El Dorado y es de Edgar Allan Poe, acompañando el reparto una perturbadora Angie Dickinson.


 Pero un solo fracaso no hace mella en él: es un trabajador incansable, protagonista de hasta 142 películas durante su carrera. En 1969, tras 19 años en la lista de los actores más rentables, ha proporcionado a los estudios más de 400 millones de dólares. El vaquero más famoso al otro lado del Missisipi es hasta la fecha, el actor más taquillero de la historia del cine. Ese mismo año, la Academia le premia con su único Oscar por su interpretación en Valor de Ley. Wayne encarna a la perfección a aquel mítico sheriff tuerto, mascador de tabaco, bebedor y de extraordinaria puntería y con sus señas de identidad inalterables, su cinturon de su paso por el ejercito su giro del rifle  y enmartillando el colt. El veterano cowboy, hombre tranquilo hasta el final de sus días, recibe el galardón con las siguientes palabras: ‘Los directores suelen pedirme que solo permanezca en pie para que luego todos se lancen contra mí’.


Diez años después el cáncer, aquel ‘hijo de puta’ que había anunciado padecer en 1964, acababa con su vida, tenía 72 años. Su tercera mujer, la joven peruana Pilar Pallete (todas sus esposas fueron hispanas), que había tenido a bien contraer matrimonio con aquel maduro padre de familia de siete hijos decide enterrarle en el cementerio Pacific View Memorial Park, de Corona del Mar en Florida. Temerosa de que su tumba fuese profanada, decidió que su cadáver descansase en una anónima, mientras colocaba una lápida en una parcela vacía. Su epitafio reza en español: ‘Feo, fuerte y formal’.

En su última película, El último pistolero, en la que Wayne da vida a un viejo pistolero condenado por el cáncer, su director, Don Siegel, tomo una clara determinación: John Bernard Books, sería abatido por una bala mortal disparada por la espalda. Nadie podía acabar con John Wayne. El era imbatible, el más grande cowboy de todos los tiempos.



















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