miércoles, 25 de junio de 2014

ESCRITORES CON DOS VIDAS

Es una práctica habitual que algunos escritores utilicen otro nombre para firmar un tipo de obras literarias de un estilo diferente al que nos tienen acostumbrado.

El recientemente galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, John Banville, es uno de esos casos de escritores con seudónimo.


Nacido en Irlanda, Banville es  autor de grandes novelas como El mar, ganadora del Premio Booker en 2005. En el año 2006 publicó su primera obra firmada como Benjamin Black perteneciente al denominado "género negro".



El jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Letras anunció el miércoles que la distinción recaía en el escritor irlandés, resaltando sus dos vertientes: la que corresponde al depurado novelista y la, que por otro lado, convive con ella, la del autor de novelas negras capaz de recrear como nadie ha hecho el sórdido Dublín de mediados del siglo pasado y que, en última instancia, ha tenido el valor de enfrentarse a uno de los estereotipos más famosos de la literatura criminal de todos los tiempos: Philip Marlowe.


Dentro de la madre patria tenemos el caso protagonizado por el escritor de Jaen, Juan Eslava Galán y su alter ego Nicholas Wilcox.


Nicholas Wilcox es el seudónimo utilizado por el escritor Juan eslava Galán, ganador del Premio Planeta en 1987 por su obra En busca del unicornio, para publicar novelas de ambiente histórico (tema templario fundamentalmente) y trama policíaca y de aventuras, como La Lápida Templaria.
Fue, el también escritor, Arturo Pérez Reverte, el que descubrió el misterio que se ocultaba tras Nicholas Wilcox en el siguiente artículo:

"Durante algún tiempo me intrigó el caso de Nicholas Wilcox: escritor inglés, nacido en Nigeria, aficionado a la ornitología, erudito, viajero constante, buen conocedor de España y su cultura, autor de novelas de intriga histórica ambientadas aquí. La lápida templaria fue el primer libro suyo que cayó en mis manos, y luego la trilogía: Los falsos peregrinos, Las trompetas de Jericó y La sangre de Dios. Este tío, me decía al leerlo, se sabe esta tierra como la palma de la mano, y no sólo eso. Costumbres, gastronomía, ciudades, paisajes. Lo controla todo. Uno de esos ingleses apasionados por España, como Kamen y Elliott y toda la peña, pero éste en plan best-seller sin complejos. Y además lo leen, de lo que me alegro infinito, porque cuenta unas historias estupendas; y eso de que alguien cuente historias y encima la gente las lea, revienta mucho a los cagatintas que viven del morro, o sea, de poner posturitas en mesas redondas -la narrativa en el próximo milenio y cosas así- sin haber tenido nada que contar en su puta vida, y encima van y patalean porque la gente no los comprende. Así que olé los huevos del Wilcox éste, me dije. Aunque sea también perro inglés. Que cuantos más seamos, cada uno en su registro, más nos reímos, y en la biblioteca de un lector de pata negra tanto montan El asesinato de Rogelio Ackroyd como La montaña mágica, y no hay como pasar buenos ratos echando pan a los patos. Comentaba todo esto hace tiempo en Sevilla con mi amigo Juan Eslava Galán, premio Planeta de los de antes -En busca del Unicornio se titulaba aquella bellísima y conmovedora aventura-, y tan amigo mío que hasta lo metí, sin pedirle permiso de chulo de putas y espadachín a sueldo bajo el nombre de El Galán de la Alameda en la última aventura de Alatriste. Hablaba yo de Wilcox, decía, con Juan Eslava mientras nos tomábamos en Las Teresas, catedral del tapeo, unas manzanillas y un jamón de esos que sientes el éxtasis místico cuando te lo zampas. Y entre manzanilla y manzanilla le comenté a Juan Eslava lo de Wilcox, ya que en las novelas figura él como traductor. Ese inglés, dije, sabe mucho y lo cuenta de puta madre. ¿Verdad? Y entonces Juan se rió así como él hace, grandote, socarrón y tranquilo. Lo conozco hace la tira, y al verlo reírse de aquella manera me quede pensando y luego le dije no puede ser. Cacho cabrón. No me digas que Wilcox eres tú.
Lo era. Años atrás se topó con unas notas de una especie de logia templaria que hubo en Jaén, y se le ocurrió que el material era chachi para una novela de acción y misterio con un toque esotérico. El temor a que sus lectores habituales se sintieran decepcionados por una incursión tan clara en el género, lo decidió a inventarse un pseudónimo. Así nació Nicholas Wilcox, de quien Juan reclamó oficialmente el digno papel de traductor. Necesitaba una biografía, naturalmente; de modo que -me imagino la risa y la guasa, porque lo conozco- la fabricó ad hoc: nacido en colonia británica de África, viajero, aventurero, experto ornitólogo, apasionado de España, etcétera.Había una pega, y es que la colección de libros donde aparecieron los de Wilcox llevaba la foto del autor en la solapa. Así que Juan metió la de su hermano, que tiene más pinta de británico y de aventurero que él de aquí a Lima. Una foto en la que el presunto Wilcox parece que está ante el Nilo o algo parecido, cuando el agua que se ve detrás es, en realidad, una piscina de las Alpujarras. O de por ahí."

Otro caso curioso de "escritores con dos vidas" o con dos nombres artísticos es el que afectó al escritor estadounidense Stepehn King. En este caso se debió a la gran cantidad productiva del autor, al que su editorial aconsejó que se buscara otro nombre para seguir publicando su ingente e inacabable obra para no aburrir a la la clientela fiel. Surgió así el personaje de Richard Bachman, bajo cuyo nombre estuvo publicando novelas durante varios años.


Robert Galbraith es el seudónimo que eligió la famosa autora de Harry Potter, J. K. Rowling para desarrollar su escritura de novelas para adultos, con bastante éxito de crítica, aunque no consiguió mantener el anonimato durante mucho tiempo y un periodista filtró a la prensa el verdadero personaje que se ocultaba tras el nombre de Galbraith. En los próximos meses saldrá una nueva novela de este autor.

Tras el nombre de Mary Westmacott se oculta una de las grandes damas del género negro o suspense, nada más y nada menos que la británica Agatha Christie, la reina del suspense. Con este nombre desarrollo toda una carrera dedicada a las novelas románticas.

El último caso que hemos conocido en España es el que afecta a Pablo Tusset, el escritor que arrasó con Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, y a David Cameo que acaba de publicar bajo su verdadera identidad la novela Franz y Greta.


"Necesitaba otra voz menos sarcástica para hablar de las cosas del alma", dice invitando al lector "a pasear por su pasado""Necesitaba una voz radicalmente distinta para escribir este libro. Era obvio que la sarcástica voz de Pablo Tusset no me servía, así que recurrí a otra bajo mi verdadera identidad". Así se quita la máscara el exitoso y escurridizo autor de 'Lo mejor que le puede pasar a un cruasán' (2001) y se presenta David Cameo (Barcelona 1965) como autor de 'Franz y Greta' (Destino). Es una novela profunda y de inspiración clásica con referencias a los personajes eternos de los hermanos Grimm, Lewis Carrol o Carlo Collodi y que está en las antípodas de la desternillante y caústica aventura del cruasán y sus secuelas también firmadas por Tusset: el thriller psicológico 'En el nombre del cerdo', la sátira política 'Sakamura Corrales y los muertos rientes y la distopía 'Oxford 7.


Superada la crisis, asume que tener dos nombres supone ofrecer dos voces, como Jeckyll y Hyde. "La de Tusset mira al exterior y cuando ve lo que hay es crítico y sarcástico. Pero si quieres hablar de cosas que tienen que ver con el alma humana, el sarcasmo no sirve" explica. No ha matado "ni mucho menos" a su originario yo literario. "No está muerto, ni criogenizado, ni huido. No tardará en volver. Sigue en barbecho haciendo de las suyas. Es como esos muñecos que los ventrílocuos meten en la maleta al final de la actuación, pero que no dejan de pedirle que le saque a escena" aclara un David Cameo acomodado a la dualidad que de ahora en adelante marcará su carrera. "David acaba de nacer y me basta con dos voces; la exterior y la interior. A lo mejor con 75 años necesito un tercer hombre" ironiza. "La próxima novela será casi seguro de Tusset, que tiene muchas más cosas en el cajón" explica Cameo consciente de que su apellido "es un fortuna". "Es un concepto internacional, así que si fuera David López, me lo hubiera pensado pero no podía renunciar a este maravilloso guiño" se felicita.
Esta reseña no comprende a todos los escritores que se han desdoblado para dar alas a su creatividad pero si quiere ser una aproximación anecdótica a algunos de ellos, espero que te haya interesado.

Sea quien sea el que firme la obra lo que hay que hacer es leer. Ahora se nos presenta un tiempo estupendo y maravilloso para dedicarnos a la lectura. Os lo recomiendo.

By Yola


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